En el Día Mundial del Cáncer de Próstata el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) vuelve a reivindicar más visibilidad para esta enfermedad, ya que sigue siendo un tabú en nuestra sociedad por muchas razones: porque genera miedo e incertidumbre, porque puede provocar efectos sobre el órgano sexual masculino y porque las pruebas diagnósticas son incómodas.

A los hombres les da reparo, vergüenza, pudor, hablar sobre los efectos secundarios que pueda tener el cáncer de próstata. No buscan soluciones, no se informan y no se quejan, lo que a largo plazo construye un muro de complejos que puede tener consecuencias fatales para su vida cotidiana. Como hemos comentado más arriba, desde GEPAC hemos detectado una tendencia a que los hombres no quieran hablar sobre esta enfermedad.

Los datos sobre el cáncer de próstata hablan por sí solos. Es el tumor más común entre los hombres españoles y europeos, por encima incluso del cáncer de pulmón y colorrectal. Cada año se diagnostican en el territorio nacional 32.000 nuevos casos, 436.000 en Europa, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). La cifra supone que uno de cada siete hombres será diagnosticado con un cáncer de próstata a lo largo de su vida. Aceptar la enfermedad es un paso difícil para los pacientes.

Casi dos de cada tres casos se detectan en mayores de 65 años. Igualmente, la historia familiar es otro agente de riesgo, según recalca la SEOM. Los varones con un pariente de primer grado (padre o hermano) diagnosticado con este tipo de tumor, tienen más posibilidades de padecer la enfermedad.

Entre el 5 y el 10% de los cánceres de próstata tienen un componente hereditario (SEOM).

El cáncer de próstata es el quinto que más muertes provoca, pero tiene buen pronóstico si se diagnostica en estados iniciales. Su tasa de supervivencia puede ascender al 93% independientemente de la edad del paciente en el momento del diagnóstico.